Si piensa en la Denominación de Origen Utiel-Requena hay dos productos que vienen a tu cabeza el vino y el embutido. Representantes máximos de nuestra gastronomía y que, además, son una pareja perfecta.
En nuestra tradición el embutido puede ser la comida principal o un acompañante, necesita ser cocinada o comer en frio, ir muy especiada o no… En función de cada una de estas características podemos acompañarla de un vino u otro.
Más allá del color de tu copa una regla general que te ayudará a jugar con embutidos y vinos es escoger uno con acidez alta ¿Por qué? Te ayudarán a limpiar tu paladar y seguir disfrutando de estos manjares que se caracterizan por ser generalmente grasos.
Embutidos madurados y vino blanco
Si vas a poner esta pareja en tu mesa para un picoteo y te decantas por embutido madurado te recomendamos que lo acompañes de un vino con poca maduración y toques frutales suaves.
Sírvelo fresco y acaba de completar tu picoteo con unas aceitunas y unas papas de bolsa para seguir con la tradición ¡Eso sí! Sin mucho aliño para no eclipsar el resto de matices de tu boca.
Longaniza y vino rosado
Uno de eso manjares que conquistan a todos es la longaniza de nuestra tierra. Está elaborada con magro y ligeramente especiada con sal, pimienta, ajo, canela y clavo.
Un sabor espectacular que te animamos a maridar de forma poco tradicional con un rosado. Busca uno con aroma a frutos rojos y un sabor intenso que combine con las especias del embutido.
¿Qué más poner sobre la mesa? Una parrillada de verduras a la brasa le irá de 10.
Torrá y tinto
¿Cómo maridar esa barbacoa con amigos y el mejor embutido? Opta por un tinto crianza, un Bobal con aroma a fruta madura y taninos dulces es una opción ganadora.
Morcilla, chorizo y longaniza muy especiada.
¿Quién necesita nada más? Simplemente preocúpate de acompañar todo con un buen pan de pueblo y la mejor compañía.