Cuando pasas de aficionado a degustar un buen vino a verdadero amante de esta delicia pasan muchísimas cosas. Una de ellas es que de golpe te encuentras con un montón de nuevas palabras nuevas que necesitas ir aprendiendo para comprender de verdad la complejidad del mundo vinícola.
Uno de los palabros que más suenan a marciano es antocianos y, además, cuando intentas averiguar qué es exactamente este elemento tan clave, todo se complica aún más.
Pero que no cunda el pánico, hoy venimos a explicarte qué es exactamente un antociano de la forma más sencilla posible.
Empecemos con el por qué de su nombre. Viene del griego y está formado por anthos (flor) y kyanos (azul). Como verás, por su segunda parte, los antocianos son (de forma muy resumida) un colorante natural hidrosoluble.
En el caso del vino son los responsables, en gran medida, de su tonalidad. Puedes aprender más al respecto en este post donde profundizamos en las tonalidades del vino.
Se encuentran en la piel de las uvas, a excepción de las tintoreras que también los tienen en su interior, y por eso el juego del hollejo permite a las bodegas tener diferentes tonalidades de vino.
Otra cosa muy interesante de los antocianos es que sirven para determinar la variedad de un vino. Actualmente el método objetivo más habitual para determinar con qué variedades ha sido elaborado un vino es mediante análisis químicos que determina la variedad concreta de antocianos que incluye dicho líquido. Así se demuestra que la variedad que marca la etiqueta es realmente la que contiene el vino. Algo realmente importante.
Además, en los últimos años los antocianos han ganado en popularidad gracias a los recientes estudios que demuestran sus beneficios al organismo. Entre sus principales propiedades puedes encontrar refuerzo al sistema cardiovascular, papel beneficioso para la vista, propiedades antivirales…
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