El cambio climático es uno de los grandes desafíos de nuestro tiempo. Se trata, además, de un fenómeno que afecta a la agricultura de un modo especial por su estrecha interacción con las condiciones ambientales. Dentro del sector agroalimentario, el vitivinícola es especialmente sensible, por la elevada influencia del microclima sobre la uva y el vino. Para las zonas mediterráneas se trata de un desafío de primera magnitud, ya que todas las previsiones apuntan a cambios muy significativos en los modelos vitivinícolas actuales.
La relevancia de este tema dentro del sector vitivinícola convirtió este asunto en uno de los ejes temáticos de la XX Jornada Vitivinícola organizada por el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Utiel Requena, que el pasado 8 de noviembre tuvo lugar en el Teatro Rambal de Utiel.
El aumento de la temperatura está afectando al sector vitivinícola y en especial a momentos como el de la vendimia, que se ha adelantado una media de 12 días. Si a esto sumamos el descenso de las precipitaciones entre un 10% y un 30%, se obtiene como resultado lo que ya es un hecho: una falta de frescura en vinos blancos y de color en vinos tintos. Además, se observa un incremento de la presión de plagas que se “descontrolan” debido al incremento de temperaturas. Frente a estos cambios se están llevando a cabo investigaciones científicas que permitan anticiparse a las consecuencias que el cambio climático podría ocasionar en las propiedades organolépticas de la bobal. Durante el transcurso de la XX Jornada Vitivinícola, Diego Intrigliolo, científico titular del CEBAS – CSIC sugirió distintas técnicas de cultivo para combatir el efecto del cambio climático aplicadas al riego, al suelo, a los sistemas de conducción, al material vegetal y la selección clonal.
Un aspecto especialmente interesante son las investigaciones que se están realizando para implantar nuevos sistemas de conducción y diseño del viñedo. El nuevo sistema de conducción en espaldera a emplear en viñedos con orientación de las filas norte-sur inclinando la espaldera 30º hacia el oeste, prevé reducir el consumo hídrico de las cepas en las horas más calurosas de la tarde disminuyendo la cantidad de luz que interceptan las cepas orientándolas hacia el sol de la tarde. Además, la orientación de las filas este-oeste permite reducir el consumo de agua en un 9% frente a la orientación norte-sur.
Otro de los aspectos que llamó especialmente la atención en el transcurso de las jornadas, fue la presentación de los ensayos de deshojado tardío del envero que se están realizando de manera experimental en distintas parcelas. El objetivo es mejorar la aireación del racimo aumentando su exposición a la radiación, retrasar la acumulación de azúcares en la baya y sincronizar mejor la madurez tecnológica y fenólica de las uvas.
También la técnica del forzado de yemas fue objeto de debate durante la XX Jornada Vitivinícola. Se trata de un sistema que da lugar a dos ciclos de cultivo en el mismo año, uno inacabado que se elimina mediante la poda de hojas, racimos y las puntas apicales de crecimiento, y un segundo ciclo más tardío con la cosecha de esa campaña. Consiste en inducir, con poda en la brotación de las yemas francas formadas en la temporada. Con el forzado conseguimos la uva que queremos (para un mismo Brix, menos pH, más acidez, y mucho más color). Sin embargo, a pesar de que se han obtenido unos resultados magníficos, este sistema se ha mostrado, de momento, económicamente insostenible. El ensayo sigue en marcha para evaluar si se pueden mitigar estas mermas productivas.
La viticutura frente al cambio climático, un tema apasionante y urgente que desde la D.O. Utiel – Requena seguimos con enorme interés.
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